En la actualidad, la gran mayoría de mexicanos celebramos las tradiciones que en algún momento nuestros antepasados realizaron. Honramos la memoria colectiva al festejar nuestras fiestas culturales, dejamos de vivir el presente para que nuestro pasado renazca en una forma híbrida de pasado con presente.
A lo largo de los años (sobre todo en la primera etapa escolar) nos dejan la enseñanza de rendir un culto a las tradiciones, por ejemplo el Día de Muertos.
¿Por qué es relevante conmemorar el dos de noviembre?
En esta fecha es cuando el Mictlán abre sus puertas para que nuestros seres queridos puedan salir del inframundo y así poder reunirse con sus familiares, amigos o conocidos. Suena bastante sencillo, pero sin lugar a dudas no. Se debe de preparar bien esta ceremonia de festejo porque de lo contrario nuestros antepasados no llegarán a casa.
El cempasúchil es por antonomasia la flor de temporada en México. Esta bella y olorosa y anaranjada planta es el intermediario para que nuestro seres amados encuentren el camino a casa. Es indispensable para cruzar el Mictlán.
El papel picado representa al viento que correrá a través de nuestra ofrenda, no deben de faltar las velas para representar al fuego, las caña de azúcar para representar la osamenta del cuerpo humano, la comida que más gustaba comer el ser querido, las calaveras de azúcar o chocolate (que indudablemente representa de una forma tierna a la muerte) y es aquí dónde esta pieza cobra una connotación superior representamos a la muerte de una forma comestible con ingredientes dulces (por lo general) como el azúcar y el chocolate. Estamos riéndonos de la muerte. Ver su rostro de frente. Sin miedo.
¿Cómo no perder esta tradición?
Llegamos a un punto de hartazgo social y político en la actualidad que, creo, si no tomamos nuestras tradiciones como un oasis en el desierto posiblemente no tengamos la fuerza e identidad como mexicanos. Es respetable que un cierto sector de la población no festeje las tradiciones heredadas, sin embargo los que sí cumplen sean guardianes de la idiosincrasia mexicana. Podemos abrir una línea de fuga por medio de nuestra cultura y así desprendernos del aquí y ahora aunque sea por un momento.
Por Santiago Renteria
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